Como la boca afecta al sistema nervioso autónomo

El sistema nervioso autónomo regula todos los órganos del cuerpo. Se divide en la rama simpática y la parasimpática. La rama parasimpática esta regulada por los pares nerviosos craneales, fundamentalmente el nervio Vago, que modula la correcta comunicación entre el cerebro y el cuerpo.

Todos nuestros órganos y glándulas poseen fibras nerviosas procedentes de ambos sistemas: simpático y parasimpático. Ambos se equilibran y complementan. Cuando uno de ellos tiene una función excitadora, el otro se inhibe, manteniendo de esta forma un equilibrio entre actividad y reposo y una acción rítmica de los órganos internos, las glándulas, los músculos, las arterias, las venas, etc.
Lo malo es cuando se rompe el equilibrio por múltiples causas, y una de las más sensibles zonas en la desregulación del sistema nervioso autónomo o neurovegetativo es la boca.

El sistema simpático es el modo supervivencia del organismo y fue diseñado para trabajar intensamente a corto plazo, porque se encarga de estimular la salida de enzimas y hormonas del estrés: adrenalina, cortisol, endorfinas, etc. Estas hormonas o neuropéptidos se encargan de aumentar el ritmo cardíaco, la capacidad pulmonar, el riego sanguíneo y frenar las sensaciones de dolor para que podamos seguir luchando para sobrevivir.
Cualquier disfunción de la boca (masticación, respiración y deglución) que repetimos miles de veces todos los días o cualquier modificación dental como una extracción, proceso infeccioso o inflamatorio o  un tratamiento dental alto, va a provocar una  interferencia nerviosa, que desactiva la rama parasimpática,  estimulando a su vez la rama simpática que es el agente principal para que este mecanismo de “lucha o huida para sobrevivir” esté constantemente puesto en marcha, incluso aunque no nos encontremos en situaciones que requieran tal estado de estrés.
La hiperestimulación del sistema nervioso simpático y su correspondiente agotamiento está detrás de un conjunto de dolencias como son dolores témporo-mandibulares, bruxismo, mal-oclusión, roncar, síndrome boca ardiente o contractura de espalda, pero también migrañas, dolor de cabeza, cervicales y lumbares, molestias en los oídos, vértigos, acufenos, inestabilidad, hipocondría, estrés, ansiedad, depresión, alteración sueño, problemas gastrointestinales, etc.

Por otro lado, el sistema nervioso parasimpático es el modo regenerador, reparador y regulador del cuerpo, donde nos encontramos en salud, relajados y dormimos bien.

Aumentar la ventana parasimpática a través de funciones básicas de supervivencia (masticación, respiración y deglución) es de vital importancia para el hombre, ya que consiste en mantener los órganos funcionando correctamente con buen riego sanguíneo y estimular la regeneración de los tejidos dañados.

 

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