Atlas de la Salud Oral
«Por aquí empieza todo. Boca sana, cuerpo sano» fue el lema elegido este año por la Federación Dental Internacional (FDI) para celebrar el Día Mundial de la Salud Oral el 20 de marzo. Y es que cada vez son más las evidencias científicas que demuestran la estrecha relación entre salud bucodental y salud general.
Esta publicación pone de manifiesto los desafíos a los que se enfrentan la Odontología y cómo los hábitos sociales, como el aumento del consumo de azúcar, el tabaco o el alcohol están incrementando la incidencia de enfermedades orales. La situación actual requiere que, con urgencia, se promuevan acciones de prevención, y se fomenten campañas de concienciación sobre la importancia de una correcta salud oral para la salud general.
Principales conclusiones del Atlas de la Salud Oral:
•La caries dental y la enfermedad periodontal son las enfermedades orales más comunes, sin embargo, son en gran medida prevenibles.
• Muchas enfermedades sistémicas incrementan el riesgo de enfermedades bucodentales.
• La caries dental es el proceso más frecuente de las 291 enfermedades más comunes en el mundo. En España, hay 371 millones de dientes afectados por la caries.
• Debido al elevado consumo de azúcar, la incidencia de la caries en niños de 12 años es más alta en países con renta per cápita media.
• Las enfermedades periodontales, como la gingivitis, resultan reversibles en la mayoría de pacientes, sin embargo, en España, 8 millones de adultos la padecen, de los cuales 2 millones acusan ya la enfermedad de manera severa.
• En 2016, cerca de 1.200 españoles morirán debido al cáncer oral. Muchos de estos casos serían evitables con una detección precoz.
• Los traumatismos orales son muy comunes y pueden ser prevenidos. En España, 335.000 menores de 12 años han sufrido fracturas dentarias.
• Los factores de riesgo modificables de las enfermedades bucodentales son: una dieta poco saludable, particularmente aquella alta en contenido de azúcar y el consumo de tabaco y alcohol. En las enfermedades orales existen factores de riesgo, como la edad, el sexo y las condiciones hereditarias, que son intrínsecos a la persona y no se pueden cambiar.