La boca, esa gran perturbadora de los problemas posturales y dolores corporales.
El Sistema Postural se rige por el equilibrio del Sistema masticatorio. Su desequilibrio crónico puede ser responsable de problemas distales. Más del 80% de los dolores del Sistema postural son “descendentes”, su causa se encuentra en la cabeza. Y más del 85%, tienen origen bucal como una defectuosa oclusión o una simple prematuridad. Difícilmente se piensa en la boca, cuando encontramos síntomas como dolores de cabeza, oido, cervicales y que decir de zonas más distales como la cadera, zona lumbar, rodilla o, cuello.
En la boca se realizan funciones vitales para la supervivenvia como son la respiración, la masticación o la deglución. El sistema masticatorio esta formado por los dientes que son estructuras calcificadas, sujetas al maxilar superior e inferior y movilizados por el sistema muscular. Estas estructuras son inversamente plásticas a su dureza, esto significa, que la musculatura es la más adaptable, luego las bases óseas sobre todo el maxilar superior, mientras que los dientes, formados en su capa más exterior por el esmalte, es el tejido más duro y menos adaptable del cuerpo.
Esta plasticidad como hemos visto en otras entradas las hace muy adaptable en los animales en general, ya que, en esta zona del cuerpo se acceden a los elementos esenciales, oxigeno, agua y nutrientes de los diferentes ambientes a los que se les expone. Esto hace que en la actualidad, donde el ambiente exterior cambia a marchas forzadas, estas estructuras chocan, ya que, la musculatura y los maxilares se alteran rapidamente mientras que los dientes lo hacen menos incluso que lo que deberían, es por ello, que entre ellas, son muy vulnerables al desequilibrio. Todas estas tensiones producen disarmonias que se trasmiten a través del hueso por ligamentos muy sensibles a presiones y tensiones, a las ATM (articulaciones temporomandibulares) que llevan a la mandíbula a una malposición que se comunica a la base del cráneo, que a través de las cadenas musculares, estas alteraciones llegan a los puntos de fragilidad a distancia, donde terminan produciendo dolores crónicos.
Labios, dientes, lengua y músculos masticatorios, pertenecen a una de las zonas más inervadas del organismo por comunicar el exterior con el interior, son receptores sensoriales muy importantes que envían grandes cantidades de información al cerebro, que la procesa y toma decisiones. La alteración de las funciones básicas, altera el equilibrio de toda esta musculatura tan importante para el desarrollo y crecimiento de las bases óseas. Esa perturbación en estas etapas, quedará marcada de alguna manera en el organismo por el resto de su vida.
Los músculos de la masticación vienen definidos para ciertos funciones, volúmenes de hueso, y cargas que pocas veces es posible alcanzar en este entorno artificial, un ejemplo que hemos descrito en anteriores entradas es la lactancia materna. Otro ejemplo bastante común, es como la boca se diseño para una dieta dura, abrasiva y poco nutritiva, lo que nos tenía todo el día masticando para obtener los elementos esenciales. Todo ello condiciono la evolución a través de adaptaciones de la morfología del sistema craneo-facial, tamaño y química dental. Hoy lo exponemos a dietas blandas, poco abrasivas y muy nutritivas, donde no se generan los estímulos de desarrollo musculo-esquelético, poco desgaste dental que es la forma de adaptabilidad de los dientes al sistema craneo-facial, más otras razones que nos provocan la cascada de alteraciones.
Las articulaciones ATM, asistidas por los músculos, permiten una inmensa cantidad de movimientos. La mandíbula es como un martillo que va modelando el maxilar superior, es el yunque que adapta su forma. Pero en el momento que se alteran la respiración, deglución, masticación o existe cualquier hábito pernicioso, esta relación entre ambos huesos se altera, lo que trastoca su morfología, provocando mal-oclusión. Mientras que cuando ocurre en la etapa adulta el sistema es menos plástico, lo que provoca diferentes daños en las estructuras.
A ello le añadimos todas las limitaciones y desequilibrios provocados por los propios tratamientos odontológicos y sus materiales, con ajustes, coeficientes de dilatación o desgaste discrepantes, junto con el factor tiempo, que en este caso lo empeora todo, aumentando las alteraciones. Es muy fácil, como dentistas, interferir negativamente en el desarrollo del niño y, posteriormente, en la etapa adulta, generando daño por el simple desconocimiento, ya que, nos hemos formado en la restauración de los problemas sin entender su causa y con una visión del cuerpo como una unidad, que funciona como un sistema coordinado.
Hoy los dentistas trabajamos en equipo multidisciplinar con otras especialidades de la salud para equilibrar una boca mediante diferentes técnicas para así prevenir y mejorar problemas posturales y dolores corporales.
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