¿Porque se extraen las muelas de juicio? perspectiva evolucionista

By José Ignacio Zalba
In junio 22, 2015
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El tercer molar, también llamadas “muelas del juicio”, pues a la edad en que aparecen, entre 16 y 25 años, se supone que la persona tiene un juicio más desarrollado y completo que cuando erupcionan el resto de la dentición definitiva, por ello son las últimas en aparecer, incluso en la actualidad es frecuente la ausencia de alguna de ellas. La agenesia de los terceros molares varía en las poblaciones humanas desde prácticamente cero en los aborígenes de Tasmania a casi el 100% de los indígenas mexicanos.

En nuestros antepasados, detrás de la muela del juicio había un espacio , el espacio retromolar,  con la evolución de la especie las mandíbulas de los hombres se han reducido de tamaño, se ha perdido este espacio y en muchas ocasiones las muelas del juicio no caben en la boca, en tal caso nos encontramos con las muelas incluidas. Podemos verlo en las mandíbulas Atapuerca, que es uno de los huesos que se encuentran en un estado de conservación muy bueno, y muchas de ellas presentan espacio retromolar, como los neandertales.

La aceleración de los cambios en los últimos 200 años provoca discrepancias, se produce una reducción de la potencia ósea y muscular, con la disminución del estímulo de desarrollo por una masticación menos «salvaje», debido al aumento de alimentos blandos que se comen desde la infancia, que ocasiona el retrognatismo bimaxilar, disminuye el volumen óseo, pero, las piezas dentales no sufren cambios relevantes, generando una falta de espacio, que causa los problemas de mal-oclusión y en los 3º molares.
Nuestros dientes y estructuras de soporte fueron programados genéticamente para función en un entorno de dieta dura y poco nutritiva, que por lo general provocaba desgaste inter-proximal y aplanado en la oclusión. La comida blanda, no abrasiva era rara, y la esperanza de vida esencialmente se determinó por la capacidad de masticar suficiente comida adecuadamente para extraer una nutrición suficiente para sobrevivir. La masticación era una actividad importante que se realizaba durante todo el día.

Los dientes hasta entonces eran una herramienta más para la supervivencia, se utilizaban para cazar o como instrumento de corte. Con la aparición de utensilios (cuchillos, lanzas…), el dominio del fuego va variando nuestra dieta, y ya en la edad media el uso habitual de los cubiertos (cuchillo, tenedor) para cortar la comida, disminuye la importancia funcional de los maxilares y también lo hace su tamaño. En definitiva con el uso del fuego y la aplicación de herramientas, tanto los animales cazados como los granos recogidos pudieron ser ablandados, de modo que no fueron ya necesarias las potentes mandíbulas primitivas que por falta de estímulo de desarrollo disminuyen.
La alta heredabilidad y fuerte control genético en la presencia y expresión que tienen los dientes, hacen que exista poca influencia ambiental en su presencia y expresión, por el contrario el hueso tiene una alta plasticidad y se remodela acorde a los requerimientos funcionales. Esta discrepancia entre dientes y hueso venía siendo compensada por el desgaste dental. Pero en este nuevo entorno de poco desgaste dental y poco estímulo funcional de los maxilares se genera una desarmonía entre ese diente que no se desgaste (similar tamaño) y esa base ósea que no se desarrolla adecuadamente (menor tamaño).
Los terceros molares evolucionaron porque eran de enorme beneficio para la función masticatoria de nuestros antepasados, por el contrario en los seres humanos modernos, el tamaño de los dientes posteriores se redujo, y este molar al dejar de emplearse disminuyó, pero la reducción mandibular ha sido proporcionalmente mayor. Las muelas del juicio tienden a desaparecer; y cuando erupcionan, dan más problemas que rendimientos, por lo general son una causa de infecciones, problemas de ortodoncia, dolores, etc. por ello tienen que ser extraídas en muchos casos.

La selección natural está actuando actualmente contra el tercer molar. En las épocas prehistóricas salía cuando la persona ya se había desarrollado por completo, es decir cuando se consideraba adulta para una sociedad cazadora recolectora, más o menos a los 16 años. Actualmente se ha retrasado su aparición, y en muchos casos ya ni siquiera aparecen o sólo sale uno de los cuatro terceros molares.

 

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