En Boca Cerrada no entra el Coronavirus
El Covid-19 se transmite a través del aire, ya es el momento de prevenir. No respirar por la boca y hacerlo por la nariz es la 1ª barrera de protección natural.
La vía de entrada más directa al pulmón para el Coronavirus es a través de la boca.
El sistema inmunológico protege al organismo de agentes microbianos patógenos, toxinas, partículas extrañas, células tumorales y procesos autoinmunes. Para mantener la salud es necesario que el sistema funcione normalmente, de manera que constituya una fuerte barrera defensiva contra la invasión de agentes nocivos.
Para entender cómo protegerse es fundamental tener claras las vías de contagio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido formalmente que el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, se transmite por el aire en partículas minúsculas que expulsamos al respirar.
Al hablar, toser, estornudar o simplemente al respirar expulsamos dos tipos de gotas de saliva y otros fluidos respiratorios. Las de mayor tamaño al ser relativamente grandes, pesadas y con un buen contenido hídrico, tienden a caer depositándose en las superficies eso sí, la cantidad de virus se reduce rápidamente con el tiempo, lo que limita la posibilidad de infección. Por esta razón debemos realizar las precauciones de higiene, lavarnos las manos y la limpieza general.
Lo que sucede es que también emitimos un segundo tipo de gotas mucho más pequeñas que son prácticamente inapreciables, por debajo de las 5 micras, y se dispersan por el aire. Sabemos por estudios rigurosos y detallados que cuando las personas hablan cerca unas de otras, estas gotitas dominan la transmisión, y que el virus puede estar activo en el aire hasta 3 horas. Cuando respiras por la boca, no tienes ningún mecanismo de protección y el aire con el virus va directo a los pulmones.
Para comprender este contagio por el aire, resulta útil usar el símil visual del humo del cigarro, ya que, el aire que exhalamos al respirar no puede verse. Imaginarse cerca de un fumador mientras habla, y reemplazar el humo por aire que contengan virus, y la cantidad de humo que respiraríamos y el daño sería el mismo. Cuanto más cerca esté de alguien que exhale aire portador de virus, más probabilidades tendremos de respirar una cantidad de virus suficiente para que se produzca el contagio. Solo tenemos que pensar que todas las personas con las que nos encontramos están fumando.
Sabemos lo importante de tener un sistema inmunológico fuerte para prevenir un proceso agudo de enfermedad o del COVID-19. El aparato respiratorio está diseñado para que el aire entre por la nariz, con la boca cerrada, es nuestra 1ª línea de defensa del sistema inmune para defenderse de las agresiones y los microorganismos (virus y bacterias) presentes en el aire.
Al respirar por la nariz los pelos son un filtro de polvo, porquería, virus y bacterias. Además se estimula la formación de moco que constituye una parte esencial del sistema inmune mucosal, es otro filtro, protege al tejido pulmonar englobando y atrapando partículas extrañas como el virus para eliminarlas, y evitar que penetren hasta los pulmones. Al entrar el aire por la boca, no se filtran lo más de 12.000 litros de aire al día que inhalamos. El aire entra frío, seco y contaminado, el pulmón es muy sensible, lo que favorece cualquier proceso infeccioso en las vías aéreas bajas como resfriados, bronquitis, alergias, asma y neumonías, entre otras.
La Respiración nasal estimula también la producción de óxido nítrico que tiene lugar fundamentalmente en los senos paranasales, este óxido tiene una acción anti-infecciosa, inhibiendo el crecimiento de diversos agentes patógenos como bacterias, hongos y virus. También la lagrima del ojo que cae a los cornetes de la nariz a través del conducto naso-lagrimal tiene IgA que es la principal inmunoglobulina del tracto respiratorio y la más importante en la defensa de los pulmones, entre sus funciones están la de inhibir la adherencia bacteriana y la neutralización de enzimas, virus y toxinas. Cuando se une a la partícula viral previene la unión de esta a la célula huésped mediante el bloqueo de receptores específicos.
Además la barrera nasofaríngea dificulta el paso de partículas, virus y bacterias del exterior, las bacterias de la nariz y garganta que viven en simbiosis con el organismo humano juegan un importante papel para evitar estas infecciones respiratorias.
Aun así algunos virus pueden llegar a esquivar estas barreras naturales de protección, pero se reducirá su carga viral, lo que significa menor gravedad de los síntomas. Por ello, la mascarilla nos va ayudar a evitar el riesgo existente y el posible contagio a los demás y en especial a las personas que respiran por la boca y roncan (roncadores son respiradores orales), fumar (también son respiradores orales), la edad o enfermedades crónicas son algunos factores de riesgo, ya que estos grupos tienen los mecanismos de protección fisiológicos e inmunológicos más deprimidos.
En las personas que respiran por la boca estos mecanismos de protección no funcionan correctamente. La forma más sencilla de saber como respiramos, es que mientras durmamos un familiar o amigo nos mire si estamos al menos 1 mm con los labios despegados, porque para respirar por la nariz estos tienen que estar completamente sellados. En estos casos se recomienda la rehabilitación respiratoria a todas esas personas que respiran por la boca en un dentista especialista, ya que la respiración mayoritariamente no se hace con el sistema nervioso central de manera consciente y voluntariamente, se realiza con el sistema nervioso autónomo de manera automática, inconsciente e involuntaria, lo que hacemos cuando dormimos es lo que hacemos durante el día cuando no nos damos cuenta.
Una medida sencilla de protegernos del coronavirus es cerrar la boca para respirar por la nariz, además de mantener las recomendaciones de higiene generales, en esencia mantener la distancia y usar mascarilla.