Los puñetazos marcaron la evolución de la cara en los hombres

By José Ignacio Zalba
In marzo 10, 2016
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El artículo publicado por David R. Carrier and Michael H. Morga en la revista Biological Reviews titulado  «Protective buttressing of the hominin face» propone una nueva teoría donde sugiere que nuestros ancestros masculinos desarrollaron rasgos faciales musculosos y robustos como defensa ante los golpes de puños en vez de por la dieta dura que normalmente ha sido admitida. Hallazgos más recientes, que examinaban los patrones de deterioro y los isótopos de carbono en dientes de australopitecos, han sembrado dudas sobre la hipótesis de la alimentación.

El estudio  sostiene que estos refuerzos se desarrollaron en medio de las peleas por compañeras femeninas y recursos, sugiriendo que la violencia impulsó cambios evolutivos clave. Los registros fósiles muestran que los australopitecos, los predecesores inmediatos del género humano Homo, tenían estructuras faciales impresionantemente robustas.

Cuando los seres humanos luchan cuerpo a cuerpo la cara suele ser el objetivo principal,  las mandíbulas y la nariz son los huesos que se rompen con más frecuencia, es por ello  que exhiben el mayor incremento de la robustez durante la evolución de los homínidos. En el paleolítico, si se te rompía la mandíbula, probablemente era una lesión vital, no podrías masticar alimentos, y morirías de hambre.

Estos huesos son también las partes de más dimorfismo sexual del cráneo,  los  que muestran más diferencias entre hombres y mujeres, en ambos australopitecos y seres humanos. Es más probable que los machos sean los que se metan en peleas y también son  los que probablemente más se lesionen.

En esta revisión, se sugiere que muchos de los rasgos faciales que caracterizan los primeros homínidos evolucionaron para proteger la cara de una lesión durante los combates con los puños. En concreto, la tendencia hacia un rostro más ortognática; la forma de dientes bunodontos y la expansión de los dientes postcaninos; el aumento de la robustez de la órbita; el aumento de la potencia del sistema masticatorio, incluyendo el cuerpo de la mandíbula y el cóndilo, hueso malar y pilares anterior del maxilar superior; y el agrandamiento de la musculatura de la mandíbula son rasgos que pueden representar los refuerzos de protección de la cara.

 En este escenario, los descendientes evolutivos de los australopitecos –incluyendo los humanos– han demostrado cada vez menos refuerzos faciales, la evolución de la reducción de la robustez facial en Homo se asocia con la evolución de la reducción de la fuerza de la parte superior del cuerpo y, por lo tanto, con la reducción del poder de ataque y la necesidad de protección.

 

 

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